domingo, 23 de enero de 2011

Decrecimiento y cambio social

Detrás de cada una de nuestras acciones se esconden un sin fin de consecuencias de las que muchas veces no parecemos conscientes. Una cosa tan simple como tomar un café por la mañana supone una cadena de explotación tan grande que convierte a cientos de personas en esclavos, y al igual que esto ocurren diaramente un sin fin de injusticias de las que, sin quererlo, muchas veces somos partícipes. 

Todo esto, no cabe duda, es consecuencia de la tan manida globalización. El sistema capitalista en la última de sus versiones ha conseguido establecer un intenso entramado de relaciones comerciales por todo el mundo del que parece imposible escapar y, sin embargo,  no es así. Ideas como el decrecimiento, basadas en un consumo responsable con nuestros semejantes y con el entorno, parecen tener cada vez más fuerza y se muestran inevitables si queremos no morir de crecimiento. No se puede esperar más.

La sociedad de sobreconsumo en la que vivimos -y que muchos de sus adeptos reclaman reformar- hace que toda nuestra existencia quede reducida a un trabajo cuya única utilidad es adquirir bienes que no necesitamos -la tiranía de la publicidad es una de las innumerables "herramientas" del capitalismo-, y esto suponiendo que vivamos dentro del conocido como primer mundo y no nos encontremos dentro del conocido como cuarto mundo, donde los problemas son mucho mayores. Y, en cualquiera de los casos, los habitantes del planeta se ven sujetos a una obligación escesiva con el trabajo  -¿o acaso alguno de nosotros puede abandonar un trabajo que no nos guste o en el que nos sintamos explotados?- convirtiéndonos a todos en esclavos de facto. 

Así,  teniendo en cuenta que como decía  Malatesta: la explotación económica y la dominación política son dos aspectos de un mismo hecho, la sujeción del hombre por el hombre, quizá sea la propuesta del decrecimiento una de las mejores soluciones para escapar de un sistema cuya única "bondad" sea enriquecer a unos pocos a costa del sufrimiento de muchos.


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