lunes, 25 de abril de 2011

Croquetas de patata y cous cous

¿Qué hay más típico de picnic que unas croquetas? Por eso mi propuesta para CSC#4, que este mes lleva BabyJane de La finestra vegana, son croquetas de patata y cous-cous:

Ingradientes:
  • 4 patatas medianas.
  • 200 g de cous-cous
  • Caldo de verduras.
  • 1 cebolla.
  • 1 ajo.
  • 2 cucharadas de harina.
  • Harina de garbanzo y agua.
  • Orégano, perejil, pimienta negra, pimentón dulce y sal.

Preparación.
  • Se pelan las patatas, se lavan, se cuecen y, cuando todavía están calientes se rallan.
  •  Por otro lado, se pone en un cazo el caldo de verduras y cuando esté hirbiendo se echa el cous cous. Se apaga el fuego y se deja tapado durante unos minutos, más o menos con 10 minutos está bien.
  • Se prepara el sustituto del huevo -la harina de garbanzo y el agua- batiéndolo bien.
  • Se pelan y se cortan los ajos y la cebolla y se mezcla con las patatas, el cous cous, las especias, el sustituto del huevo y  la harina,  y se deja enfriar.
  • Se hacen las croquetas y se frien. Después de fritas se dejan escurrir sobre papel de cocina y están listas para comer. 
      Lo bueno de estas croquetas es que frías también están ricas, por eso es una receta ideal para picnic, o para tomar cuando sea.

domingo, 24 de abril de 2011

"Manifestación para promover el ideario ateo"

       En estos últimos días hemos podido ver todo el poder que sigue manteniendo la Iglesia -o mejor sería poner iglesia, con minúscula, que para mí no significa nada-. Y, sin meterme en las creencias personales de la gente, muy particulares y respetables, me ha sorprendido el revuelo que ha levantado la ya famosa "procesión atea". Todo el bombo que le han dado sólo me puede hacer pensar dos cosas, o bien no había más noticias en el mundo, cosa que no me termina de convencer -rebeliones en el mundo árabe, Fukusyma,...-, o bien los medios de comunicación están controlados por católicos y se han sentido ofendidos. Suponiendo que consideren la "Manifestación para promover el ideario ateo" como una afrenta o algún tipo de acto en contra suyo, me gustaría saber como deberíamos ver nosotros, los ateos, todas las celebraciones de estos días.

       Se quiera o no, las celebraciones católicas lo inundan todo durante la semana santa -si, así en minúsculas, por el mismo motivo que el anterior-. Las calles del centro de las ciudades están cortadas, la información se restringe a las lágrimas de quien no puede ver procesionar a sus cofradías y así se podría seguir describiendo la situación hasta el detalle que se quiera. Y, en cuanto se propone un acto altenativo parece que el mundo se echa las manos a la cabeza. Se tacha a promotores y posibles asistentes de intolerantes -una palabra que vale para todo- y casi se criminaliza la situación.  

       La manipulación que se ha hecho desde distintos medios de la "marcha atea" ha sido digna de libro. Se ha tachado de contra-procesión, cuando supongo que la mayoría de los asistentes no tendrían más pretensión que pasárselo bien. Se ha hablado de recorrido y horarios que, según los comunicados de los convocantes no coincidían con la realidad. o se han dado nombres falsos a pasos prcesioanles que se suponían que iban a mostrarse. En definitiva, tal y como dice el diario La Razón, se ha querido hacer un "boicot a la Semana Santa". 

    Nada más lejos de la reailidad, como afirman sus convocantes, http://laplayadelavapies.files.wordpress.com/2011/04/carta-a-medios1.pdf, no es más que un acto festivo en donde los ateos se quieren hacer ver, tal y como hacen los católicos. ¿O acaso hay algo que nos distinga a la hora de mostrar nuestras creencias?. Se ha prohibido esta manifestación por coincidir con fechas muy señaladas para los católicos pero, sin embargo, qué mejor momento para dejar ver que no todo el mundo es católico. ¿Por qué ciertos días están vetados para determinados actos en un estado aconfesional?.

        Desde mi punto de vista, la prohibición de la manifestación no es más que una forma más de asegurarse, por parte del mundo católico, unos días de protagonismo y publicidad sin igual. Es otro modo de hacer ver el peso de la iglesia y, con ello, mostrar como el estado debe seguir atendiendo a sus pretensiones , ya sea obligando a desarrollar unos determiandos modos de vida o asegurar unas subenciones para un patrimonio que debería ser de todos. En definitiva, no es más que un acto de fuerza, o una muestra de su capacidad de dominación, como se quiera ver,  para perpetuarsus privilegios en el tiempo

viernes, 25 de marzo de 2011

Estos días se está hablando mucho sobre energía nuclear y su seguridad y, en todos los medios de comunicación, o por lo menos en los mayoritarios, se acepta que ésta es sólo un mal menor. Se está haciendo habitual que las cadenas de televisión y los periódicos de tirada nacional inviten a expertos en seguridad nuclear para que hablen sobre todas sus virtudes y, sin embargo, en ninguno, o en muy pocos, se pueden ver a expertos contrarios a ella (que también los hay). Los peligros de la energía nuclear son por todos conocidos y por eso tampoco me voy a detener en ellos, aunque no me voy a quedar con las ganas de decir que, por mucha seguridad que se implante en una central, un accidente o una catástrofe natural como la ocurrida en Fukushima son imprevisibles (se podrán hacer centrales que aguanten mayores terremotos pero ¿y si ocurre uno todavía mayor?). Lo que me preocupa ahora es cómo ante una catástrofe de esta magnitud el capitalismo utiliza todos sus medios para salir adelante.

No es casual que en los medios se esté creando un pseudodebate en los que siempre se llega a la misma conclusión: la energía nuclear es imprescindible si queremos continuar con nuestro nivel de vida (¿por qué será que lo habitual es confundir nivel de vida con nivel de consumo?), pero en ningún momento se acepta que nuestro "nivel de vida" no es posible. Si esto se aceptase, o si tuviese en cuenta la inviabilidad de un consumo energético tan alto, haría resquebrajarse todo el sistema de explotación en el que estamos insertos. El sistema capitalista, hoy por hoy, basa su sistema de dominación social en un consumo apabauyante o en la promesa de llegar a conseguirlo, como en el caso de los conocidos como "menos favorecidos" , y , en el momento que esta zanahoria enganchada a un palo se esfume también se tendrán que ir quienes controlan los mercados. Es por este motivo por el que las teorías económicas decrecentistas y los peligros del consumo actual son continuamente silenciadas en los medios capitalistas.

Seitán marinado

Mi primera aportación para este mes al CSC #3 es muy sencilla: Seitán marinado.
  • Seitán
  • Aceite
  • Pimentón dulce
  • Limones
  • Sal
  • Pimienta
En un recipiente echamos el aceite, el zumo de un limón grande, el pimentón, la sal y la pimienta. Mezclamos todo y metemos el seitan cortado en rodajas. Se deja unas tres o cuatro horas y se pasa por la sartén.

viernes, 25 de febrero de 2011

Receta CSC#2

La receta para este mes  para CSC#2 es...
Pimientos rellenos de arroz
  • Agua
  • Arroz.
  • Ajo.
  • Cebolla.
  • Calabacín.
  • Berenjena.
  • Pasas.
  • Especias varias: sal, curry, comino, clavo, pimienta negra, y un poco de nuez moscada
  • Pimientos rojos
Por un lado se asan los pimientos en el horno. Y, mientras, por el otro, se cuece el arroz y se pochan la cebolla, el calabacín y la berenjena.

Una vez hecho esto, se sofríe un ajo en la sartén y se añaden el arroz y las verduras. Se mezcla todo con las especias y las pasas y, para terminar, se mete con cuidado el arroz dentro de los pimientos asados ya pelados.


Espero que os guste

miércoles, 23 de febrero de 2011

Cómo hacer que funcione la globalización

De vez en cuando me gusta leer libros de economistas o de politólogos, especialmente los críticos, para ver como justifican su sistema de explotación, así que me acerqué a la biblioteca de mi barrio y me cogí un libro de Stiglitz, Cómo hacer que funcione la globalización, donde hace una dura crítica a la forma en la que se está desarrollando la globalización. 

Lo más curioso de este libro es ver como propone un mayor control estatal sobre las actividades productivas. Según este autor, jefazo del FMI y premio Nobel de economía, la globalización es buena en su esencia y su único problema es la forma en que se desarrolla. Piensa que es necesario iniciar una serie de reformas que vayan en la dirección de un mayor control del proceso y, para ello, aboga por el desarrollo de unas instituciones internacionales más “democráticas” a las que todos deben obedecer. 

Según dice el autor, la clave está en la búsqueda de un equilibrio que beneficie tanto a personas como a capitales, que en base a una realimentación de prosperidad casi continua, en buena medida dada por el importante crecimiento del que se beneficiarían los países menos desarrollados, impulsase el proceso globalizador y sus beneficios teóricos. Así, el mercado y la competencia llevados a su máxima expresión, eso sí controlados por el Estado y las instituciones internacionales, se postulan como los garantes del progreso y la felicidad.
A lo largo del libro intenta mostrar como las grandes corporaciones y los grupos de poder económicos –especialmente relevante para el autor son los algodoneros estadounidenses- son quienes llevan las riendas del proceso globalizador. Éstos, a través de las presiones y otras actividades todavía menos lícitas como sobornos –e incluso en alguna ocasión habla de asesinato-, son capaces de controlar una política que somete por necesidad. Muestra como las los partidos políticos en EE.UU dependen de las “inversiones” del poder económico, cosa que se puede extender al conjunto de países democráticos, o como presionan a los gobiernos con amenazas de localización empresarial. Asimismo también hace hincapié en cómo los grupos de poder capitalista, a través de los gobiernos, ejercen una influencia más que notable en las propuestas y obligaciones de las distintas organizaciones económicas internacionales. Y, todo ello, dando igual que se juegue con la vida de millones de personas, como es el caso de la industria farmacéutica, o con el futuro de la humanidad, como ocurre con las compañías de extracción de minerales y combustibles fósiles. 

Al tiempo que muestra todo esto, propone distintas soluciones que irían en beneficio de todos por distintos motivos. Así alienta a: invertir en países menos desarrollados, condonar la deuda externa, formar tecnológicamente más lugares, separación de la vida económica de la política, creación de organismos internacionales más eficientes y democráticos –idea que repito porque realmente es la columna vertebral del libro-,... En definitiva, aboga por invertir el proceso de la sumisión de la política a la economía y lograr un mayor control de la globalización por parte de los Estados.

Lo que más me ha llamado la atención del libro es que en ningún momento vierta crítica alguna sobre los sistemas políticos que permiten esa situación, sólo si acaso los gobiernos que se dejan sobornar, pero incluso a estos los justifica. Según este autor, la “democracia” –tal y cómo se entiende en los medios oficiales- es un sistema eficiente que puede remediar todos los males, pero que si no lo hace, y aquí está lo más curioso, es por cómo los gobiernos están subsumidos por el poder económico, dando con ello una idea y su contraria. En ningún momento se analiza el  porqué de esta situación ni los intereses cruzados que tienen. Obvia en todo momento que los dirigentes políticos tienen intereses económicos, ya sea de una manera o de otra,  a los que se deben y por los que trabajan, o por lo menos esto ocurre de forma generalizada (no creo que haga falta recurrir para argumentar esto, por ejemplo, a las recalificaciones urbanísticas en el Estado español o las distintas causas de las guerras en Oriente Medio). En ningún momento se da cuenta que el proceso, además de reversible, se desarrolla únicamente en función de intereses económicos y que éstos se encuentran reñidos con los de la mayor parte de la humanidad. Dice en todo momento: ¡otro mundo es posible!, pero cree que éste sólo se puede dar de una forma y, por tanto, aunque la presentación de muchos problemas es muy buena, las soluciones que da no contribuirían a cambiar la situación.

Sólo invirtiendo el proceso de la globalización, o por lo menos la mayor parte de él, se podrá lograr una sociedad justa y realmente libre.

domingo, 23 de enero de 2011

Receta CSC#1

Cocinar sin crueldad es una opción accesible a todos y con la que toda persona que se quiera mantener ajena a la explotación de cualquier tipo debería estar de acuerdo. Hay va mi receta para CSC#1.

Hummus de zanahoria.

  • 400g de garbanzos ya cocidos.
  • 2 Zanahorias grandes.
  • 2 cucharadas soperas de tajina
  • Zumo de medio limón.
  • Un  chorrito de agua, según veamos.
  • Sal.
  • Pimentón dulce -a mí me gusta con mucho-.
  • Comino.
  • Un poco de nuez moscada.


Se pone todo en un recipiente,  se bate con la batidora y listo para tomar. A mi me gusta tomarlo, además de con la clásica pita, con verduras tipo pepino.